Así, en inglés, que es como lo he visto esta tarde en un reportaje en PBS (la televisión pública americana). Era un episodio del programa sobre Rick Steve’s Europe, en el que un cándido escritor de viajes americano recorre el viejo continente. Es un programa interesante y bien hecho, aunque me ha parecido que su interpretación del “problema vasco” era más bien inocente, una de esas que quieren dar una visión “imparcial”. Pero no es culpa suya, sino de sus fuentes, y yo no iba a hablar de política, sino de hormonas.
The Basque Country
Porque son las que me ha revuelto. No sé si es que me ha pillado diez días después de dar a luz o un año después de haber estado por última vez en mi casa, pero casi se me salta la lagrimilla al ver San Sebastián, y Bilbao, y el campo… Menos mal que no he visto ni un centímetro cuadrado de Álava, porque entonces sí que se me habría caído el alma a los pies. Y es que es muy bonito. Es una pena que nos lo hayamos cargado entre todos, pero sigue siendo muy bonito. Todo, las ciudades, los montes, el mar… Vamos, que he vuelto a preguntarme qué narices hago yo aquí. Y mira que Chicago me gusta. Quizá sea el hecho de que llevo diez días encerrada entre el hospital y el apartamento, y hoy hacía veinte grados, y quería salir y no podía…
Se llamaba morriña, ¿no?