amigos distancia español Soledad

Sola

Es cómo me siento algunos días. No todos, ni siquiera muchos, pero si algunos. Vivo a siete mil kilómetros de mi familia y de mi tierra. Mis amigos de España andan, en su mayoría, desperdigados por el mundo. Los que hice aquí en Chicago se fueron el año pasado cuando terminaron el doctorado que yo dejé a medias. Otras dos amigas que conocí después se han ido en los últimos cuatro meses, y otra es posible que se vaya pronto. Tengo la sensación de que en esta ciudad todo el mundo está de paso menos yo, que vine para dos años con la promesa de que nos iríamos a Londres después y aquí sigo ocho años y dos niños más tarde. No es que no me guste este país, es que en tardes como esta, con un recién nacido, un niño de cuatro años y un marido que llega tarde a casa, me siento muy sola. Imagino que el hecho de que mis suegros se marchasen ayer, y que coincidiese con el fin de la baja de paternidad del padre de las criaturas contribuye a ello. Por ahora tengo algo en la agenda para cada uno de los próximos cuatro días. Con eso debería bastar.

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